Nuestro querido ayuntamiento, preocupado no sólo por la astronomía y por todos nosotros, los astronautas, sino también sensibilizado por la presencia de los sevillanos en el palmarés deportivo mundial, ha debido caer en este dato insoportable: ningún sevillano ganó nunca el Tour de Francia, ni la Vuelta a España, ni el Giro italiano.
Así pues, y matando dos pájaros de un tiro, ha modificado el funcionamiento del servicio municipal de alquiler de bicicletas. Nuestros responsables municipales han sustituido un servicio pésimo, en el que las estaciones estaban siempre vacías (imposible encontrar bicicletas), o llenas (imposible dejarlas); un servicio con bicicletas destrozadas (por supuesto por los vándalos), con ruedas pinchadas, cubiertas resquebrajadas, cadenas rotas o fuera de su sitio, frenos inexistentes, asientos inservibles… por un servicio puntual, con una bicicleta siempre dispuesta para el distinguido usuario, y un hueco salvador para poder devolverla sin molestias. Las ruedas ya no se pinchan, ni los vándalos pueden ahora navajearlas ni sacar las cadenas de su sitio. Los frenos frenan lo necesario, y los asientos han dejado de estropearse.
Pero ahora los sevillanos conseguiremos algo más: entrenaremos para alcanzar de una vez la gloria del ciclismo. En una ciudad imperturbablemente llana, tirar de una de estas bicicletas resulta un esfuerzo tan colosal que pronto escaladores y esprínteres menudearán por la calles de nuestra ciudad. ¡Gracias, Alcalde, y tiembla, Contador!
* * *
Y en uno de estos accesos de holgazanería, propiciado por unas previas y ricas cervezas en el Jota, sesteo distraído por las dulzuras heladas del patinaje artístico. Es la modalidad masculina, pero observo indignado, en mi papel de macho de la especie, que lo masculino no aparece por ningún sitio. Un rosario internacional de muchachos pálidos y estrafalariamente maquillados realizan piruetas asombrosas dignas de la más sinuosa sílfide. Verán, hacía muchísimo tiempo que no asistía a una prueba de patinaje artístico, pero en la memoria me quedaron diferencias palpables entre el modo masculino y femenino de patinar, porque gracias al cielo, y sin que ello suponga distingos cuantitativos sino sólo cualitativos, en esta disciplina se mantenían las diferencias de género, como en otras muchas cosas que a nuestras intransigentes feministas no les interesa abolir. Pero observo con estupor cómo el hombre patinador ya no tiene cabida en este deporte: ahora los hombres patinadores, homosexuales en su mayoría, patinan como las mujeres. Y verán, como digo, no se trata de que el patinaje femenino sea peor ni mejor que el masculino, sino que es distinto. Y unificar disciplinas suele ser, y mucho más en algo relacionado con el arte, un acto empobrecedor en sí mismo. Además, uno que está chapado a la antigua en estas cosas, y que posee la tara fundamental de pertenecer al género masculino, siempre consideró, salvaguardando el derecho que todas y todos tenemos a ser como nos plazca, que esa imagen de extrema palidez, aderezada con esos vestidos chirriantes y esas lánguidas miradas, eran el símbolo de la frivolidad más insufrible. Por supuesto, con su pan se lo coma cada cual. Son sólo preocupaciones estéticas y deportivas de este bobo que les escribe, que nunca patinará como estos aprendices de sirenas…
9 comentarios:
Tu es que no me has visto a mi patinar... pero estoy pa comerme de verdad...
Ya sabía yo que eso de patinar con gasas y corona y ramo de flores no podía ser una excepción... Pues yo patino masculino, masculino: me pego unos tortazos de machote que no te puedes imaginar...
Pero es que el señor alcalde querrá ir más lejos, Sir, y eso que sabe llegar patinando a cualquier sitio, como ninguno: Sevici mediante, a partir de ahora también los sevillanos usuarios -pocas sevillanas podrán tirar de semejante máquina aeróbica, otra pena- exhibirán nalgas de exposición. He oído de certámenes de belleza más culina. Lo mismo Sandro puede...
Ya te digo, Sandro, con sólo los efectos reafirmantes del sugestivo temblor de la moto, ya puede competir en ese concurso y ganarlo de calle... de calle y patinando...
Vaya...
Dicen de mí que soy una payasa.
Vamos, vamos...
Un abrazo
Yo soy poco estetico patinando la verdad... de chico hice hockey.
Imaginaros 15 niños de 11 años con patines y palos... una pasada. Los pelotazos con una bola de caucho macizo se recuerdan bastante tiempo. Pero nos lo pasabamos pipa.
Por cierto, os acordais del roll dancing... Musica, patines y copas, algun conciertillo... Que tiempos... Como se ligaba patinando... Y que culitos...
Ahora hay un bloque de pisos...
Lunita, tú eres una payasa de verdad, mientras que por la calle pasean payasos aficionados y ridículos a espuertas...
Pues sí, Sandro, yo fue aquel desmantelamiento de la carpa del Hielotron y venírseme las ganas de vivir a los pieses... Esta civilización tiene sus días contados...
Esta aqui al lado, el hielotron. Creo que todavia queda alguna piedra en pie. Funcionando lo recuerdo muy vagamente, debia tener muy pocos años cuando me llevaron. Despues volvi en una de mis rabonas de la laboral y estuve navegando por sus sotanos en una canoa improvisada, decian que el lugar estaba maldito. Que cosas.
http://naturaldesevilla.blogspot.com/2008/07/hielotromremenber.html
Sí, sí, aún me fijo cada vez que paso por allí. Quedan algunos bloques de cemento de la base. ¡Qué recuerdos! ¡Y qué caídas!
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