jueves, 21 de junio de 2007

Salida y meta


Temprano, la mañana brotó pacífica, ofreciéndome el regalo de aquella belleza solitaria. El silencio susurraba en mis oídos todas mis suertes, y me emocionaba la luz perfecta, el escenario sin palabras. Caminé, subí aquella vereda de dioses, y al final me esperaba un nuevo presente inolvidable.

7 comentarios:

FPC dijo...

La sorpresa del ojo.
La curva del pecho de piedra.
Una trampa de verde.
El reflejo temblón del agua quieta.
¿O es el latir del corazón
queriendo desbocarse
cuando atisba,por fin,
cerca su meta?

Un abrazo

uminuscula dijo...

qué maravilla!!!!! yo quiero hacer eso algún día. escalar escalar escalar hasta ver la paz, incluso reflejada!!!



dónde has dejado los rizos?
aunque también los tenías de pequeño...


me voy de viaje unos días

un abrazo

Sir John More dijo...

Estimado FPC (aún no sé muy bien qué reglas se usan en este mundo para llamar a la gente), es curioso pero con tu enriquecedor comentario me has recordado un detalle simpático de esa subida. Caminaba yo buscando el camino exacto para subir a Anayet, un poco extenuado, la verdad, cuando en el silencio del valle, que sólo había sido interrumpido por la llamada de una rapaz, comencé a escuchar un retumbo regular y muy claro, como si el suelo vibrara. Miré preocupado a mi alrededor, porque en semejante paisaje un sonido así sólo podía corresponderse con una catástrofe planetaria. Te juro que me asusté, y aunque comencé a pensar en las obras de acondicionamiento de las pistas de esquí que se quedaron mucho más abajo, por un instante pasó fugaz por mi cabeza la idea de un Apocalipsis, y a continuación la imagen de mis hijos, que dormían aún en la casa de Lanuza. Detuve mis pasos para que el silencio me permitiera distinguir de dónde venía ese retumbo inquietante, y de pronto descubrí su origen. Era mi corazón, que parecía querer salirse del pecho. Jamás lo había escuchado de esa forma. Y me sonreí con gusto... Ahora tus palabras vienen a recordarme aquella sonrisa. Bienvenido y bienhallado.

Ay, u, y a mí me gustaría hacerte de cicerone para volver a subir hasta aquel paraíso. Tal vez este año lo intente con la familia, si las tormentas nos respetan. Los rizos los corté en mi foto, porque hubo ahí unos añitos en los debí ser un niño la mar de comestible... Pásalo muy bien en ese viaje. Yo también me iré pronto, en la primera quincena de julio, a dar vueltas por los Pirineos. Un beso y mis mejores deseos.

Daniel Pelegrín dijo...

Sir John, conozco la zona de Lanuza y Sallent, es hermosa. Es el ibón de Respomuso, ¿no? La montaña (Pirineo y Guara) es lo que más echo de menos en Lisboa. Creo que la vuelta a Zaragoza va a tener ese consuelo, la proximidad de la montaña. Gracias por acercarme un poco a ella. Salud

Sir John More dijo...

Saludos, Azófar. El el ibón mayor de Anayet, que se encuentra al oeste de la carretera que desde Formigal sube a Francia. Es una subida preciosa y nada complicada. Un poco más allá del ibón, está el Canal de Roya, con una vista impresionante. Me alegro de haber contribuido a endulzar tu nostalgia. Este año volveremos por la zona, porque hay tantos rincones que nos esperan...

Un abrazo.

amart dijo...

No conozco la zona, pero sí la sensación, Sir John, y me identifico plenamente contigo. Un abrazo.

Raquel dijo...

Bellísimo