miércoles, 6 de junio de 2007

Arcanos secretos y místicos baratos


¡Y el clarín de los gallos y el volar de las hadas

oía en el dormido corral de las posadas,
descubriendo el arcano secreto de las cosas

que parecen vulgares y son maravillosas!

Ramón del Valle-Inclán, La Marquesa Rosalinda

Aun aficionado a leer (y cuando posible, también vivir) las aventuras que ruedan por caminos disolutos, por senderos impensables y prohibidos, no puedo reprimir una sensación de malestar al dar con estos versos de Valle-Inclán, palabras que hace un tiempo cayeron sobre mí como luminosa introducción al lado mágico de nuestra existencia, pero que ahora me preocupan tanto como me atraen.

Y es que yo creí desde siempre, desde que el niño que fui comenzó a soñar, que los territorios mágicos se alzaban sobre un campo de juegos mudables, eléctricos y pasionales, y que la fe era una virtud aborrecida en el reino de los sueños. Sin fe resulta impracticable el fanatismo, y sin ella la idea sustituye al ideal, lo curioso a lo escolástico, el amor a la programación amorosa, el instante al período, la fábula al manual.

Pero hete aquí que al crecer me topé con la extensión epidémica de cierto movimiento, al fin y al cabo religioso, que trastea con misterios y se afana en descubrir corrientes inexploradas de energía, o portentosas facultades del ser humano cuyo estudio, de modo incomprensible, han despreciado hasta hoy día todos los científicos de prestigio, los cuales son, invariablemente, agentes secretos al servicio de la perpetuación de una realidad fea y cuadrada. Dotados de un aura metafísica, estos individuos levitan a nuestro alrededor preconizando una trasgresión de tintes ridículos, amplificando ésta y aquella otra obviedad y convirtiéndolas en respetables dogmas personales; apelando a teorías majaderas (majaderas porque pretenden descender del sueño a la física, o porque no mezclan sueño y física por puro afán lúdico, sino para crear doctrinas insanas), y sobre todo, llegando a un punto de obsesión por la salud que, en esta pobre gente, trastoca esos sencillos y fundamentales procesos mentales que todos necesitamos para no desbarrancarnos por la locura.

Y así, por ejemplo, da uno con esas parodias patéticas de los yoguis, aprendices superficiales de la meditación, incapaces de admitir nuestra occidental ineptitud para semejante renuncia. O ese espécimen que se convierte en oráculo pedestre de la sanidad natural, repudiando por sistema todos y cada uno de los hallazgos de la farmacología, devoto de la medicina alternativa (curandera y bohemia), ejemplar hipocondríaco con ínfulas de santo.

La verdad es que ando aprendiendo a soportarlos, y también a no perder más tiempo con ellos. A ratos siento pena por ellos, porque en el fondo se encuentran tan solos en este mundo como cada uno de nosotros, pero su religión les promete continuamente la unidad cósmica, bobada que se ve desmentida una y otra vez por los obstinados hechos. Por eso suelen acabar buscando pareja para satisfacer apenas las exigencias básicas de nuestra condición de animales, y en cuanto la encuentran compatible con sus admirables excentricidades, se van apagando poco a poco inmersos en una bruma de iluminación mística barata, en un mar de sensaciones vulgares elevadas a la categoría de prodigios. Sí, esos prodigiosos e insoportables pelmazos...

4 comentarios:

e-catarsis dijo...

Hola, le devuelvo la visita.
Un texto un tanto oscuro, no sé si al final es crítica o admiración (o tal vez las dos cosas) por esos pseudo estudiosos de lo que transciende al ser, aunque tampoco es que le valgan demasiado los guardiandes de la fortaleza del dos más dos...
Tal vez el equilibrio esté en pensar lo que de sea susceptible de ser pensado e intentar sentir lo que buenamente esté a jnuestro alcance ( si no se sueña...que tampoco pasa nada) y dejat un cierto libre albedrío por la cosa de que...nos gusta que nos sorprendan (evitando en la medida de lo posible y de lo que la vanidad propia nos deje el pensamiente de ver al hombre como la única medida...más que nada por intentar no limitar los sueños)
Yo creo que así está más claro
;-)
Saludos

uminuscula dijo...

qué es para ti el hilo invisible?

Sir John More dijo...

Lo cierto, catarsis, es que mi comentario era más admiración que crítica, aunque con esto de que el lenguaje se nos escapó hace mucho, nunca sabemos bien lo que decimos. Y además me vino bien el comentario en tu blog, porque andaba pensando en una contraentrada para ésta en la que andamos, un texto que aclarase de algún modo lo que tú expones, que todo es más sencillo, y que a veces la solución de un problema de ecuaciones lo deja a uno la mar de satisfecho, y otras debe uno soltar amarras y dejar que la nave se pierda entre la niebla. Ahí, la gente más o menos caótica me parece valiente, porque vivir cerca del caos, sobre todo practicándolo, debe resultar difícil. En fin, me iré aclarando, pero gracias por devolverme la visita. Espero que no sea la última.

Sir John More dijo...

Uf, amiga U (puedo llamarte así, ¿verdad?; decir "Uf, u" hubiese sonado regular), el hilo invisible es todo esto que escribo y que soy, algo delgado y frágil, largo y fugaz a la vez, invisible a los ojos pero perceptible al fin y al cabo; ese pequeño piolín de Cortázar, hallado en el suelo de cualquier calle, y que uno puede acariciar como si no tuviese fin. No sé, también me seguiré explicando en este tema... Ojalá que intercambiando visitas.

Saludos.