sábado, 28 de mayo de 2011

Luna triste



El pub ya no existe, y aunque en estos años otros negocios han intentado prosperar en el local, ahora permanece ahí, cerrado, rodeado de lejanos ecos de jazz y amor, como una abandonada y ruinosa fábrica de sueños. Era estrecho y profundo, y latía siempre en una acogedora atmósfera de tabaco y voces. Al entrar había un pequeño escenario a la izquierda, y a la derecha una larga barra que llegaba hasta el fondo del local. Aquel día avanzamos hasta el final, buscando hueco para pedir las copas, pero su voz me había atrapado al entrar, incluso antes de verla. Era delgada y sutil, y lo que primero advertí en ella fue su pelo oscuro y sencillo, los rizos morenos que caían en suave desorden sobre sus hombros, y entre ellos, entrevista, su carita delicada como una estrella. Cantaba temas de Jobim, con una voz que competía aventajada con la de Maria Creuza.

Pronto mis acompañantes charlaban animadamente, acercándose mucho al oído de los demás para sortear el ruido ambiente. Yo, sin embargo, me había quedado paralizado mirándola, observando aquellos movimientos blandos y sensuales que se acompasaban con una voz que me llegaba más y más fascinante. Un montón de cabezas me separaban de ella, pero de pronto creí que me miraba. Cantaba, movía su cuerpo grácil y su pelo se mecía enmarcando su rostro de ángel, pero sus ojos miraban fijos hacia donde yo estaba. A mis espaldas sólo quedaban mis amigos, que departían entre ellos sin atender demasiado a la música, así que comencé a sentir ese cosquilleo típico de las aventuras. No obstante, pronto quise ser razonable y me pregunté por qué iba a fijarse un ser hermoso como aquel en un tipo vulgar como yo. Y así fue como caí en algo obvio que el afán de aventuras me había ocultado: la chica podía estar mirando a cualquiera de las decenas de personas que había entre ella y yo, algo que ahora consideraba muy probable.

Uno de mis acompañantes llamó mi atención y por un instante me incorporé a la conversación. Al volver a la música, allí estaba ella, su cuerpo en un vaivén elegante y sus ojos clavados en mi dirección. Tracé entonces una recta entre sus pupilas y las mías, y en un escorzo de la imaginación intenté comprobar si coincidía con la trayectoria de su mirada. Imaginé las líneas proyectadas entre el humo y uniéndonos en un sueño inesperado, y espoleado por alguna forma de ilusión me sentía capaz de calcular las tres dimensiones de aquella mirada, y todos los datos me confirmaban que su destino eran mis ojos, mis ojos asombrados.

Pasaron varias canciones y el corazón me latía inusualmente acelerado, hasta que al final de uno de los temas los músicos se levantaron y agradecieron los aplausos, anunciando el final del concierto. La chica saludó al público con una sonrisa irrepetible, bajó de la tarima y se dirigió justamente hacia donde yo permanecía como una estatua. La vi zigzagueando entre la gente, aproximándose a mí como lo hubiera hecho un tornado. No estaba ya a más de un metro cuando abrazó al tipo que se apoyaba en la barra justo delante de mí. Todo fue instantáneo: comprenderlo todo, mi decepción, esa decepción de los soñadores que es a la vez sensación de ridículo y arrepentimiento, y también aquellos ojos, los ojos de la chica. Tras besar a su pareja la abrazó largamente, apoyando la barbilla en su hombro, mientras sus ojos siguieron mirándome decididos durante una eternidad, en una mirada de mundos fabulosos, con un mirar cálido y rabioso, sus ojos que eran las propias puertas de la felicidad. Justo entonces mi gente ya había decidido tomar algo en otro sitio, las copas estaban pagadas y tiraron inmediatamente de mí hacia la calle. Hacía una noche fresca y acogedora.

viernes, 20 de mayo de 2011

Setenta y cinco años

Cualquiera en su sano juicio reconocería que es imposible. Admito que lo pensé cuando se nos fue tu hermano Juan, porque apenas concebía entonces que la muerte pudiera ser eso, ese hurto fulminante, esa dentellada en el corazón. Por entonces no fue raro sorprenderme en el vano esfuerzo por creer en la existencia de su dulce fantasma. Poco después, cuando la herida fue cerrándose con la pomada inevitable del tiempo, advertí que no había fantasma más dulce que el que recorría los nervios de los que fuimos queridos por él. Tu hermano Juan, tu hermanito pequeño…

Me contaron que al nacer yo, el primer nieto en una familia extensa, Juan con sus diez años y Carmen con pocos años más, estuvieron varios días recogiendo algodón para hacerme un regalo. Debieron ser tiempos duros de felicidad, en los que con seguridad sonreías confiada sin temer a la pobreza ni al desamor. 040 Transparency0405 copiaPuedo imaginarte acariciándome, cuidándome con tus manos de ángel, pendiente del más mínimo de mis movimientos. Te imagino llorando feliz al ver a la abuela ante mi cuna, orgullosa al exhibir a aquel niño tuyo, delgadito, delicado y luminoso. Puedo pensarte enorme, sabiendo que con tu cuerpo blando y pequeño podrías defenderme del mundo y entregarme a él con esa suavidad que sólo un corazón excepcional puede mostrar. Un mes antes habíais descansado del abuelo, de todos los sufrimientos que aquel hombre imposible inventaba diariamente, y ahora aparecía aquella lagartija adorable a la que querías más que a tu propia vida. ¿Por qué los hijos tardamos tanto en ver el amor en vuestros rostros? ¿Por qué los recién nacidos no aprenden, de una vez para siempre, a descifrar ese brillo que hay en los ojos de un padre o una madre?

Pero decía que había descartado la idea de los fantasmas. Además, se pinta a los fantasmas como seres intrigantes y malvados, y en vuestro caso ni siquiera la muerte podría decidiros a manchar vuestro limpio y generoso expediente. Sin embargo, el río de la vida nos arrastra a veces por caminos impredecibles, y cuando menos lo esperas descubres ciertas fuerzas sin nombre que, entre el aire de todos los días, se deslizan tirando de esta mano, empujando este pie, dirigiendo esta mirada, ensanchando aquel pecho y desatando aquella imaginación. Son fuerzas equívocas y enigmáticas, bromistas y sentimentales. Fuerzas impredecibles e indemostrables que van y vienen a su antojo, y que al final de ciertos días te dejan paladeando algo así como la ilusión. Con juegos y coincidencias, conspirando en matemática armonía, los fantasmas, los que aún se acuerdan de nosotros, y los que se divierten apuntándonos con sus travesuras, nos dibujan caminos y nos convencen de que la vida y la muerte merecen la pena, y nos enseñan sin palabras a degustar las luces y a desentrañar las sombras, a comprender eso tan simple que se llama amor.

Feliz cumpleaños, Mamá, setenta y cinco años es una cifra preciosa…

miércoles, 18 de mayo de 2011

La felicidad de los cigarrillos

La felicidad de los pececillos Simon Leys, en su exquisito libro La felicidad de los pececillos (que nos recomendó el amigo Jorgewic y es comentado también en el acogedor Diarios de Rayuela), publica un artículo titulado Los cigarrillos son sublimes. Después de leerlo vuelvo a quedarme asombrado por el modo en que determinadas personas, profundamente sensibles y con una capacidad inusitada para penetrar en los secretos de la vida, se muestran tan pacatas y religiosas en esto del tabaco.

Entiendo que la historia del tabaco pueda ser interesantísima, y que su influencia sobre los individuos e incluso sobre las sociedades haya sido destacable y a veces realmente curiosa. No niego, además, que en la vida de muchas personas el tabaco haya podido ser un elemento tremendamente inspirador. Incluso admitiendo que el tabaco es una droga cuyo placer reside, básica y ladinamente, en la satisfacción de una necesidad que la propia droga ha provocado antes, es decir, que es un placer relativo y negativo, porque proviene de la rebaja de unaLeys ansiedad previa, y no de una alegría positiva; digo, incluso pensando así, admito que ese placer pueda haber servido de sugerente acicate a montones de personas. De hecho, hasta me parecería legítimo buscar el placer de esta forma, creándonos primero, artificialmente, una ansiedad, y luego curándonos de ella con el mismo veneno que nos la provoca… Legítimo, sí, aunque reconozco que el mecanismo se me parece mucho a esa estúpida forma de olvidarse de un dolorcito de cabeza pegándose un martillazo en el dedo gordo de un pie.

Leys, entusiasmado por la droga, declara su antigua intención de escribir una antología literaria y pictórica del tabaco, y lo alaba emocionado, y hasta ahí todo perfecto. Mas entre alabanza y alabanza suelta perlitas como ésta:

Para [Samuel] Johnson (…) el tabaco aparecía como un poderoso calmante, y Hawkins le oyó declarar: «A medida que el uso del tabaco disminuye, aumenta la insanía». En la actualidad, los caprichos fanáticos del lobby antitabaco demuestran elocuentemente lo exacto de esta observación.

Me permito observar que, por la misma regla de tres, también están contribuyendo a la decadencia de esta civilización la desaparición de la sana costumbre de escupir a diestro y siniestro, o aquella tan relajante de pegarle a la mujer de uno todas las noches, antes de ir a la cama…

Cigarros Leys califica las acciones de los activistas antitabaco como bufonadas, y luego pone dos ejemplos exagerados: uno en el que una pareja inglesa hace el amor en un tren, ante todo el mundo, pero sólo es llamada a capítulo cuando encienden el cigarrito postcoital, y otro, al que asistió el padre de C. S. Lewis, en el que otro tipo, imagino que en un tren distinto, hizo de vientre ante todos los pasajeros y luego, tras dejar su oloroso regalito en el suelo del vagón, reprendió a Lewis padre por encender su pipa.

Leys llega a afirmar:

Desde cierto punto de vista, los fumadores se benefician de una especie de superioridad espiritual sobre los no fumadores: tienen una conciencia más aguda de nuestra común mortalidad.

Y luego habla de que las

advertencias estridentes [los anuncios del perjuicio del tabaco para la salud] paradójicamente vienen a adornar el consumo de tabaco de una nueva seducción, cuando no de un significado metafísico.

Cioran et SimoneA estas alturas del libro yo ya había reconocido ese puntito subversivo y cachondo en el bueno de Leys, pero este artículo me recordó a otros escritos de sesudos pensadores patrios, en los que la religión del tabaco hace al sabio decir sabias y gruesas bobadas.

Del primer sabio que leí una referencia religiosa sobre el tabaco fue de Cioran, fumador empedernido que debió abandonar el vicio por problemas graves de salud, y que en Silogismos de la amargura llegó a decir:

En los momentos cruciales de la vida, la ayuda del cigarro es más eficaz que la de los Evangelios.

Pero luego habla del tabaco como de una “esclavitud intelectual” (Ejercicios de admiración), y en El inconveniente de haber nacido, después de dejar el vicio, declara:

Desde hace años sin café, sin alcohol, sin tabaco. Por fortuna ahí está la ansiedad que reemplaza con provecho a los más fuertes excitantes.

Y en Ese maldito yo:

Treinta años de éxtasis ante el Cigarro. Ahora, cuando veo a los demás entregados a mi antiguo ídolo, me resulta imposible comprenderlos, los considero seres trastornados o nulos. Si un «vicio» que hemos vencido se vuelve para nosotros hasta ese punto ajeno, ¿cómo no permanecer estupefacto ante los que no hemos practicado?

No creo que Leys haya disfrutado más que Cioran de su vicio, pero entre ambos hay una diferencia: el primero aún no fue capaz de ver los entresijos del asunto, independientemente de que, luego de verlos, esté en su derecho de continuar fumando y de ensalzar el cigarro hasta la tumba.

Niño fumando No obstante, donde principalmente se equivoca el maestro Leys es en ignorar las consecuencias sociales del tabaco, que no se reducen al mayor gasto en servicios sanitarios de una sociedad fumadora, consecuencia de un aumento innegable de la posibilidad de contraer un cáncer y de los graves problemas respiratorios que causa en un número significativo de fumadores. Nunca he estado por sistema contra los vicios, más bien todo lo contrario, pero ya en mi primer año de universidad, allá por 1981, empecé a solicitar (normalmente en solitario) que los fumadores respetaran mi derecho a no fumar en los lugares donde no me quedaba más remedio que estar, y la respuesta que en la inmensa mayoría de los casos recibí de esos seres espiritualmente superiores fue la de que me jodiera. Ya a principios de los ochenta, cuando todavía la conspiración judeomasónica antitabaquista no existía, los profesores de patología médica y de farmacología no tenían ninguna duda sobre el grave perjuicio que el tabaco producía en las personas, y nos lo decían sin acritud ni entusiasmo represor. Durante años hice el idiota enfrentándome a compañeros y profesores para que no cargaran las reducidas clases de la Escuela de Trabajo Social con su humo asqueroso, y sólo obtuve caras de besugo que acababan esbozando una sonrisita indolente y papanatas, sonrisita que quería decir: te jodes, picajoso. Pero llegó un día en que Skull With Cigarette Van Gogh Print acabé los estudios, y me olvidé del tabaco; y sólo al cabo de los años me volví a encontrar en el trabajo con una horda de humeantes individuos verdaderamente conscientes de nuestra mortalidad, pero entonces me moví poco contra ellos: y es que el tiempo no sólo nos acerca más y más a la muerte, sino que, si abrimos un poquito las orejas y los ojos, en ciertas cuestiones el tiempo nos permite descansar en el fatalismo. Así que esperé que los compañeros más jóvenes se pegaran con los educados fumadores, hasta que intervino (¡por fin!) la siempre tarda y lerda autoridad y dijo que allí ya no se volvía a fumar un cigarrito.

Si digo la verdad, cuando prohibieron el tabaco hasta en los retretes lo primero que me salió fue una risita, de acuerdo, espiritualmente inferior y bastante insana, pero a ver, a unos les da por obligar a fumar a los que tienen al lado y a otros por reír sin apestar a tabaco.

Pd.- Por lo demás, el libro de Leys es adorable.

viernes, 13 de mayo de 2011

Protección, ayuda y consuelo

Sevilla 02 Sevilla es una ciudad hermosa e insoportable. Rebosa de rincones seductores y sus calles son accidentadas y fatigosas. Naranjos, plátanos, paraísos y jacarandas se alzan florecientes en aceras en las que una alfombra de mierdas de perro y la proliferación de ciclistas ponen difícil el paseo. Sevilla, capital mundial de la gracia y el salero, sacra guardiana de la tradición, de veranos imposibles, arrasados por el fuego solar, y primaveras cortas e intensas en las que de veras se convierte en uno de los lugares más intensos del mundo. Sevilla, madriguera fundamental del enterao, donde hasta el más borrico pontifica con aplastante suficiencia, donde la historia se escribe con los asombrosos desechos de la ubicua vanidad, que campa especialmente a sus anchas entre los machotes próceres de una cultura tautológica y tauromáquica.

En esta Sevilla, el más que ilustre Colegio de Abogados cede cada año su bastón de mando a una de las múltiples hermandades sevillanas. Este año le tocó a la Hermandad del Silencio, y el Decano de los abogados, en un acto al que asistió la Junta de Gobierno del Colegio, autoridades judiciales y letrados sevillanos (sevillanísimos), y ante el paso de la Virgen, aprovechó para pedir “protección, ayuda y consuelo para cuantos padecen persecución a causa de las injusticias de éste mundo”. El mismo Colegio establece en sus estatutos lo siguiente:

“El Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla es aconfesional, si bien por secular tradición tiene por Patrona a la Santísima Virgen María, en el Misterio de su Concepción Inmaculada”.

Cierto ingenuo colegiado, de nombre José Antonio Bosch, considerando que su colegiación es obligatoria y deseando que su colegio profesional sea realmente aconfesional, ha denunciado el colegio abogados hecho a los preceptivos niveles de la Administración de Justicia, hasta tener que pedir amparo a un Tribunal Constitucional que en los últimos días se lo ha denegado. El tribunal responde que tener de patrona a la Virgen misteriosamente inmaculada no vulnera la aconfesionalidad del Colegio de Abogados. Define a la Virgen como un “signo de identidad (...) integrado en el conjunto del tejido social”, signo que trasciende su significado religioso. Además, le recuerda a este buen hombre que todos respetamos el domingo como festivo, y que soportamos montones de símbolos cristianos en la mayoría de nuestros escudos, himnos, banderas... ¿Y los nombres de los pueblos, y nuestros mismos nombres? Y añado yo: ¿qué hay de los Reyes Magos y la Navidad? Si cuando prohibieron los símbolos religiosos en las aulas ya lo dije yo: valiente tontería, oiga, que la tradición es la tradición, joder... ¿Y la música religiosa, y los monumentos religiosos, y los frailes poetas y los místicos pasionales, y la Blanca Paloma...?

El Tribunal Constitucional añade que “sobre la valoración individual y subjetiva de su significado [del patronazgo de la Virgen], debe prevalecer la comúnmente aceptada, pues lo contrario supondría vaciar de contenido el sentido de los símbolos".

Ante esto, el decano del Colegio de Abogados, José Joaquín Gallardo, dice que la sentencia es "respetuosa con la tradición cristiana de buena parte de la sociedad española", y con el hecho de que el Colegio se crease tres siglos atrás, bajo el patronazgo de la Virgen, "como cofradía para socorrer a los abogados más necesitados y darles sepultura cuando fallecían". Se le olvidó aclarar si el Colegio seguía desarrollando semejante labor...

forges_darwin_juez Pero esperen, esperen, porque el díscolo demandante pretende llegar hasta el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, aunque el previsor tribunal Constitucional le recuerda que Estrasburgo ya puso en su sitio a otro díscolo personaje, esta vez italiano, que pedía que se eliminaran los crucifijos de las escuelas, aduciendo algo muy parecido a lo que aduce ahora el Constitucional: “la percepción subjetiva del reclamante no basta por sí sola para caracterizar una violación del derecho invocado”. Así que, a partir de ahora, a cualquier intento de cuestionar el pasado se le llama “percepción subjetiva del reclamante”. Como se enteren Rajoy y sus secuaces andamos listos...

Lo curioso es que el Constitucional añade que la Inmaculada forma parte de esos símbolos religiosos que "han pasado a ser predominantemente culturales, aunque eso no excluya que para los creyentes siga operando su significado religioso". Y a esto añade que el reclamante no ha sido obligado a asistir a los actos religiosos organizados por su Colegio (sólo tiene que pagar las eucaristías y los homenajes virginales, pero no tiene por qué asistir a ellos), y que en su recurso de amparo no ha demostrado que la invocación a la Virgen haya afectado al “ámbito íntimo de sus creencias”. Je, je, qué cachondos...

España, con Polonia e Irlanda, es una de las tres patas fundamentales del Catolicismo, y Sevilla la perla brillante de la cristiandad. Cuanto más casposa, más brilla la sevillanía compensando la truculencia oscura de las tradiciones religiosas de la meseta, complementando el recogimiento pecador de otras regiones con su pasión santera y churrigueresca, con el cachondeo de capilla y la vanidad objetivísima de los enteraos religiosos. Por cierto que todos los que nos piden el voto, todos, comulgan con esta sevillanía milenaria, así que seguramente el domingo de marras me quedaré en casita dándole vueltas a mis percepciones subjetivas...

Sierra de Cazorla

Casa Peñón de las Chullas (Burunchel)

001 Casa Peñón de las Chullas

002 Desde la casa

021 Gato

232 Flor

234 Flores

237 Flores

105 Desde Burunchel

106 Desde la casa

 

De La Iruela al nacimiento del Guadalquivir por el Chorro

025 Mirador

037 Ermita Virgen de la Cabeza

044 Montañas

 060 Nacimiento del Guadalquivir

074 Guadalquivir

 

Cerrada de Utrero

089 Cerrada de Utrero

095 Cerrada de Utrero

101 Hotel Coto del Valle

 

Cerrada de Elías y Río Borosa

150 Cerrada de Elías

156 Cerrada de Elías

160 Cerrada de Elías

171 Pliegue del Río Borosa 173 Flores

174 Flor

178 Margarita sobre vilanos

 

Mirador de las palomas

186 Mirador de las Palomas

 

La Iruela

204 La Iruela

216 La Iruela

 

Cazorla

224 Cazorla

 238 Cazorla

 

Úbeda

252 Úbeda

254 Úbeda

262 Úbeda

265 Úbeda

 

Disfrutando…

127 Río Borosa

lunes, 9 de mayo de 2011

Los alegres caminos de la gloria

javier-marias Una de dos: o Savater ha perdido definitivamente el gusto, tal vez por frecuentar las amistades traicioneras que acarrean la fama y el dinero, o se ha vuelto rematadamente loco. Escribió el otro día un artículo  invitándonos a leer tres libros sobre el amor, uno de los cuales es el último libro de Javier Marías, Los enamoramientos. En él hace referencia (despreciativa) a algunos que se obstinan en considerar a Javier Marías como un mal escritor. Posiblemente, Savater se refiera al pertinaz y polémico Manuel García Viñó, un tipo realmente extraño, cuya virtud mayor no es de ningún modo su calidad literaria, sino más bien su forma paciente y minuciosa de desenmascarar muchas de las obras maestras de la literatura patria.

En un largo pero jugoso artículo titulado Javier Marías, una estafa editorial, este buen hombre cita todas las barbaridades que encuentra en cinco obras del señor Marías. El listado me recuerda a uno que hice con las extrañas expresiones que Don Rafael Cansinos-Assens tuvo a bien incluir en su traducción de Humillados y ofendidos, de Dostoievski, afamada pero atroz. Aunque si luego de leer a Savater y a García Viñó no saben con quién quedarse, echen un ojo a las primeras páginas del libro de Marías. Luego díganme si no es para quedarse patidifuso cuando uno se entera de que muchas e importantes personalidades artísticas y académicas de este país solicitan para el escritor el premio Nobel. Está claro que los últimos agraciados han facilitado mucho el camino hacia la gloria. De aquí a nada tenemos de aspirante a la mismísima Ana Rosa Quintana... Quién sabe, tal vez su negro escriba bastante mejor que el mediocre y exasperante Marías...