martes, 4 de marzo de 2008

Noche de seis cuerdas

Preciosa ilusión, dulce pensamiento, emocionante Rêverie de Regondi, que se desliza hasta la oscuridad acogedora de un Nocturne pintado con tristeza y profundidad. Gaëlle está cansada, se le nota, y la sala fría de temperatura y de público no colabora para calentar sus dedos. Aun así, la emoción que dibujan sobre las cuerdas…

Luego llega el 20 Avril de Ohana, y sólo sé decir que da contraste a Regondi y a Pujol que espera. Mi rezagada sensibilidad aún no alcanza a percibir el espíritu de estas notas, pero a continuación Pujol se remueve en mi interior, en mi pasado, en la tierra que se asentó sobre mis pasiones, y así caminamos de la Tonadilla al Tango, para acabar con una Guajira que cambia el ritmo de los latidos de mi corazón.

Un descanso, y entonces Schubert, el hombre que –hoy lo supe– viene con los años, que cuenta historias que llegan poco a poco, y que cuando te alcanza conmueve tus afectos hasta el dolor. Y Falú, ah, qué hermosura, qué desconsuelo de tan lejos, qué otoño de brisas cansadas y de sueños… Y para acabar Rodrigo, su invocación ancha y oscura, hospitalaria y cercana, y su danza rotunda.

Los dedos de Gaëlle, aun cansados, han volado por el aire con alas morenas… Sevilla vacía resonando, Sevilla con seis cuerdas…