jueves, 8 de mayo de 2008

Helmántica

Sin mar, titilan como estrellas petrificadas alumbrando los paseos calmantes, los diálogos a media voz, la media luna de una sonrisa sobre la que pasó el tiempo…
Monstruos perspicaces y prudentes, petulantes, inesperados se agazapan en los rincones y en las alturas, en los desagües y escondrijos, como excrecencias festivas del mal, como luminarias de la ciencia y el desorden primordial…
Hay un cielo tejido de piedra, y una piedra húmeda de cielo. Gaudeamus solemne, reciedumbre traviesa de los sentimientos que modelaron tejados y laberintos…
La Iglesia tortuosa, excesiva y asombrosa con sus vórtices de oración y clausura, con sus dominios terrenos, con sus revoltijos de misterios, y anzuelos armados del silencio que calma nuestra sed…
Diminutos como suspiros, nadando en el pasmo, navegábamos sin saber muy bien dónde andaba el cielo o el infierno…
Hay en Helmántica ríos de cauce blando que nos alivian de lo enorme, que nos llevan flotando entre la paz de los colores de la tarde…
Un alto para el vacío impreciso, para el eco temeroso, para el frío centenario y el órgano y sus latidos, lejos del mundo de los hombres…
La amabilidad del sol se derrama ante nosotros para componer un lienzo sin azar. El oro antiguo de las tardes…
El Tormes murmura historias olvidadas a nuestros resonados oídos, susurros dulces y tristes que acarician a Helmántica…
Cristo reinando en su muerte, presumiendo de su dolor, rigiendo con artes de sangre en feudos que en el fondo nunca fueron suyos…
Bares, cuentos y miradas, espejos y la máquina bulliciosa del regocijo funcionando con el trajín incansable de un veterano camarero, y fuera Helmántica…
Helmántica abierta, una ciudad que acaricia...

10 comentarios:

Luna dijo...

Salamanca....
la he pisado tanto..

Anónimo dijo...

Mi madre era salmantina, y mi abuela, sin serlo de nacimiento, lo era de adopción. Es una ciudad a la que hace mil años que no he vuelto, pero absolutamente ligada a mis raíces.

Precioso paseo, Sir John. Beso.

Sir John More dijo...

Besos a ambas y gracias por compartir de corazón el paseo.

Raquel dijo...

Hermosísima la ciudad, tus palabras y las imágenes que has elegido para compartir desde adentro.
Un abrazo

Fer dijo...

Vaya lujo de paseo por la ciudad.

Sir John More dijo...

Bueno, ni siquiera aspiraba a conseguir un remedo de tus fotos, Raquel. Cuando paseaba por Salamanca me preguntaba dónde diablos las habías conseguido. Tu mirada tiene rayos X, sin duda. Un beso.

Gracias, amigo Sallopilig, un lujo también tu compañía. Un abrazo.

Anónimo dijo...

La bella Salamanca, llena de horas felices...

T dijo...

Precioso paseo, Sir, que me ha traído a la memoria años muy felices cuando todo el futuro estaba por delante.

Por cierto, el video que me recomendaste es genial pero has apostado sobre seguro: Les Luthiers nunca decepcionan.

Sir John More dijo...

Ana, sabes que tu voz es una especie de sortilegio en este rincón. Así que mi más honrado agradecimiento por la visita, y por recordarnos que el aire de Salamanca está fabricado de eso, de horas felices... Un beso.

Querida T, sí que Les Luthiers a veces decepcionan, créeme, no artísticamente, pero sí como lo que son, humanos. Eso, por supuesto, no les quita un ápice de genialidad ni su condición de buenas personas. Me alegro mucho de verte de nuevo por aquí, de veras. Y piensa en una tontería que se me ocurrió al leer tu comentario: el futuro siempre está por delante, nunca por detrás, y al estar compuesto de tiempo, y al ser éste una sustancia virtual, el tamaño de ese futuro difícilmente llega a ser demasiado pequeño... Beso.

Anónimo dijo...

Rondaba por mi cabeza desde hace algún tiempo visitar esta ciudad, dentro de poco, Dios (o el que sea) mediante, lo hare. Este paseo tuyo me ha dado un empujoncito más hacia este templo de piedra, ya te contaré.

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