jueves, 12 de abril de 2012

Gloria

Laboral

Foto de http://laboraldesevilla8084.blogspot.com.es

Si acaso necesitábamos alguna prueba de que aquellos días fueron un sueño (bueno y malo a la vez, intenso en todo caso, como lo son las experiencias inolvidables de la vida), Gloria apareció Alameda abajo para confirmarlo. La reconocí de lejos. Reconocí su paso y su forma de peinarse. Es asombroso cómo no ha cambiado casi nada; más de treinta años han pasado y su rostro, su expresión, siguen siendo los mismos. No hay apenas arrugas en su semblante, lo que ojalá indique que ha tenido todos estos años una vida llena y feliz.

Desde el primer saludo la tuteé. Con los años las diferencias de edad se van diluyendo, y a estas alturas su autoridad ya está más que asentada; no necesitábamos de tratamientos para reconocer que fue una excelente profesora. Excelente no sé si por sus métodos, no sé si por la profundidad de sus conocimientos, pero sí por su ilusión al transmitirnos aquello que sabía, y sobre todo por el respeto que siempre nos tuvo como personas, que es, sin ninguna duda, la mejor forma de enseñar respeto. Como recordó Juan Antonio, con aquellos papeles del Club de Roma que Gloria nos leía en 1976, nuestra profesora no se limitó a embutirnos de conocimientos biológicos para hacernos hombres instruidos, sino que se saltó muchos límites de la época para tratar de convertirnos en seres humanos pensantes y justos, que es la categoría más alta a la que podemos seguir aspirando.

Y ahora, con esta tarde tan agradable que pasamos juntos, Gloria, sin dejar de ser nuestra profesora, se convierte también en amiga, y se cierra un círculo para mí agradabilísimo y conmovedor. Pocas cosas me fascinan más, y pocas me animan más a vivir, que la comprobación de que el pasado tuvo su provecho, y que, entre las cuitas adolescentes de aquel chiquillo perdido que fui, se iba asentando el poso de verdad y humanidad que hoy da un mínimo equilibrio a mis días.

3 comentarios:

trimbolera dijo...

Emocionante encontraros así, de pronto. Seguro que la profesora se iría con el alma rebosante de felicidad!

Sir John More dijo...

Creo que sí, Angelines, creo que se fue muy contenta. Un beso.

Isabel dijo...

No me digas que tú también pasaste como alumno por este lugar.

¡Cuántos recuerdos!

Gracias y besos.

Las palabritas se me resisten, parece que notan cómo las he criticado en mi blog.